Una oportuna reflexión sobre el presente y el futuro de nuestro planeta en cuanto al tema ambiental, y la manera en que nuestra industria influye en esto.
por Camilo Botero*
Sí lo hay y es una realidad incuestionable y demostrable científicamente, por mediciones y aún por simple observación de nuestro medio ambiente. El cambio climático y el calentamiento global que son fenómenos íntimamente relacionados, son hechos inocultables que cada vez impactan más al mundo en muchos aspectos: deshielo de los polos y los nevados, tormentas y huracanes más fuertes y frecuentes, sequías, incremento en el nivel del mar; los climas cálidos se van desplazando hacia mayores altitudes, cambiando los productos agrícolas típicos de ciertos niveles y generando enfermedades, como el paludismo que antes estaba a nivel del mar o cerca y ya aparece hasta a los 2000 msnm.
La generación que sufrirá más contundente los efectos del cambio climático ya nació o está naciendo y cuando sean adultos se enfrentarán a un medio ambiente severamente deteriorado. El IDEAM presentó su estudio de los Nuevos Escenarios de Cambio Climático y proyecta que para 2100 la situación será realmente adversa. Greenpeace asevera que es la mayor amenaza medioambiental a la cual está enfrentada la humanidad y nuestro planeta y me declaro completamente de acuerdo con esta aseveración. La ONU concreta que el 95% de los cambios ambientales, se debe a la actividad humana y continúo de acuerdo.
Naomí Klein, activista política y medioambientalista canadiense, ha girado su atención al medioambientalismo, con un enfoque particular sobre el Cambio Climático, sobre el cual ha escrito un libro el cual trata acerca de "cómo la crisis del clima puede impulsar la transformación económica y política." En una entrevista que le hizo el canal alemán Deutche Welle, le escuché dos conceptos importantes: uno es que después de 25 años luchando por la disminución de las emisiones de los gases de efecto invernadero, estos en lugar de bajar han aumentado un 75% (cifra controvertible pero impactante) y el otro, que comparto totalmente, es que se debe al uso irracional de los HC (hidrocarburos).
La temperatura global promedio del planeta es un balance entre las energías que entran y salen de la tierra a través de la atmósfera, además de las energías convertidas y consumidas por toda la actividad humana. Su valor actual es del orden de 14.5 °C, ha venido aumentado consistentemente desde finales del siglo pasado y se ha acelerado en nuestros días, produciendo los efectos mencionados.
Hay una correlación muy marcada entre la concentración de CO2 y CO en la atmósfera y la temperatura media de la tierra; además para nadie es un secreto que estos dos gases agotadores de la capa de ozono y responsables en gran parte del calentamiento global, provienen principalmente de la conversión de energía en ciclos termodinámicos de bajísima eficiencia utilizados en motores y turbinas de aviación, barcos, camiones, automóviles, calderas, plantas térmicas, estufas y todo tipo de hornos y calentadores, utilizando generalmente combustibles hidrocarburos. El transporte público eficiente es una prioridad, para disminuir el impacto por emisiones de nuestros automóviles y buses.
Como ingeniero mecánico especializado en ingeniería térmica he dedicado toda mi vida a proyectos que utilizan estas tecnologías, además de los ciclos de refrigeración igualmente ineficientes, y cada vez tomo más conciencia en que debemos hacer un cambio sustancial en nuestra actividad, sobre todo cambiando drásticamente la base energética en la cual estamos montados por otras energías alternativas como la solar, eólica, geotérmica y/o mejorando sustancialmente los ciclos termodinámicos actuales a través de los cuales convertimos energía por otros que superen con creces, la eficiencia de dicha conversión.
Cuando en las mañanas prendo la estufa a gas con llamas a 1500 °C, para calentar el agua a 90 °C para hacer café, se me pone en evidencia la desproporción del uso de los combustibles HC, así mismo, cuando enciendo el motor de mi auto y sé que solo uso eficientemente el 30% de la energía disponible en la combustión y que el resto va al calentamiento global en forma de calor y de gases de la combustión, me da angustia porque no estamos corrigiendo estas situaciones y perdonen por esta expresión tan fuerte, pero así es.
El impacto de nuestra actividad
En cuanto al impacto de nuestra actividad en la climatización y la cadena de frío, es evidente que es bien alta. Los rendimientos de los equipos medidos bien sea por su COP (Coeficient Of Perfomance), su EER (Energy Eficiency Ratio), su PLV (Partial Load Value) o el muy representativo Kw/TR principalmente en equipos de gran tamaño, son en general muy deficientes, aun cuando han venido mejorando sustancialmente, diría yo: ¡de malo a menos malo! Pues no hay un cambio tecnológico marcado que realmente reduzca drásticamente el consumo de energía para la climatización y la cadena de frío. Hay excelentes esfuerzos pero el resultado que se requiere aún no llega; sé también que no es fácil, pero se nos acabó el tiempo.
Lo mismo sucede con los refrigerantes que utilizamos en nuestro gremio; todavía no llega ese refrigerante que sea altamente eficiente, que no ataque la capa de ozono y tenga un factor de calentamiento global nulo o imperceptible. Hoy en día la tendencia es hacia los refrigerantes naturales y se han logrado buenos resultados en aplicaciones de refrigeración y en equipos pequeños, pero en los grandes equipos de aire acondicionado, que son consumidores de energía en gran proporción, aún no aparece esa combinación anhelada de: máxima eficiencia con mínimo impacto ambiental.
Las estrategias de control en los sistemas en la fase de diseño, luego en el montaje y por supuesto en la operación y el mantenimiento, deben lograr que los sistemas se ajusten a las cargas parciales de la manera más precisa posible, aquí nos queda una importante tarea, pues en mi concepto en general no usamos adecuadamente dichos controles en los sistemas.
La reglamentación en nuestros países latinoamericanos para promover acciones que mejoren el uso racional de la energía y nos torne ecológicos, es deficiente o inexistente, en ello debemos emplearnos a fondo desde las asociaciones, las universidades, los Gobiernos y todos los actores de nuestro negocio. Debemos aplicar metodologías como el aseguramiento de la calidad nuestros sistemas de climatización y de cadena de frío (Commissioning) y las auditorías energéticas, para encontrar donde y como desperdician energía y atacan el medio ambiente; corregir las anomalías, actualizar y optimizar dichos sistemas.
Según una investigación del IDEAM, de hoy hasta finales del siglo, el aumento de la temperatura promedio de Colombia será de 2,14 grados centígrados. En los próximos 25 años la situación es muy alarmante porque la temperatura subirá casi un grado en todas las regiones y de hecho este valor “podría comprometer la sostenibilidad de muchas zonas”. Se evidencian los posibles escenarios de cambio climático y toma como variables el aumento de la temperatura y la variabilidad de las precipitaciones, que se usarán como una herramienta para la toma de decisiones que les permitirá al Gobierno, a los entes territoriales y a los sectores productivos planificar sus acciones de desarrollo, de acuerdo con los desafíos que se presentarán. Está por verse si realmente tienen un impacto positivo, estas decisiones.
Un aumento de la temperatura reducirá la productividad agropecuaria, cambiará los cultivos y los hará más frágiles, incrementará el nivel del mar, comprometerá los páramos y los ecosistemas de alta montaña, donde se produce la mayor cantidad de agua del país, y derretirá los glaciares como ya está sucediendo. Otros efectos estarían asociados al surgimiento de plagas, problemas de salud por el brote de mosquitos y los problemas debidos al aumento en el nivel del mar, en las ciudades costeras.
Como conclusión; todos sin excepción, tenemos la obligación de optimizar nuestro consumo de energía, minimizando el uso de combustibles hidrocarburos y nuestra huella de carbono, reciclar efectivamente, incorporar energías alternativas, como generación fotovoltaica, calentamiento de agua por radiación solar, generaciones eólicas, no contaminar las aguas, usar las aguas lluvias y en nuestro trabajo como expertos en climatización, refrigeración y cadena de frío, usar los equipos de máxima eficiencia, con óptimo control a cargas parciales, con refrigerantes amigables con el medio ambiente e incorporar en los sistemas, energías alternativas.
* Camilo Botero es el actual Secretario de la Federación de Asociaciones Iberoamericanas del Aire Acondicionado y la Refrigeración - FAIAR; fue presidente de ACAIRE y es presidente de Camilo Botero Ingenieros Consultores Ltda. Se ha desempeñado como docente en varias universidades colombianas, gremios y actualmente en ACAIRE en cursos de diplomado de proyectos de aire acondicionado, eficiencia energética en aire acondicionado y refrigeración, cogeneración y trigeneración, psicometría aplicada, termodinámica, mecánica de fluídos, transferencia de calor y turbomaquinaria. ([email protected]).
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